No es infrecuente que cuando preguntemos a familiares o amigos, ¿qué es lo primero que piensan al escuchar la palabra Botox?, respondan algo como ésto:
"Es un medicamento nuevo que utilizan los cirujanos plásticos para quitar las arrugas. Palabras más o palabras menos, esa tiende a ser la respuesta de la mayoría."
La verdad es que esa respuesta no podría estar más alejada de la realidad. El Botox o Toxina Botulínica (como la llamaremos de aquí en adelante, ya que Botox es solo la marca comercial del producto) es una toxina que se descubrió desde 1895 por Émile Van Ermengem y que es sintetizada por una bacteria llamada Clostridium Botulinum.
Hoy sabemos que la toxina produce una parálisis reversible y controlada de los músculos en los cuales se inyecta impidiendo la liberación de acetilcolina (un neurotransmisor indispensable para la contracción muscular).
La Toxina se empezó a utilizar en humanos en los años 70’s por el oftalmólogo Alan Scott, quien la utilizó para tratar el estrabismo (lo que comúnmente se conoce como estar bizco). El Dr. Scott inyectaba la Toxina en el músculo que estaba provocando que el ojo girara hacia algún lado, provocando así la relajación de ese músculo y por consecuencia que el ojo se enderezara. Al mismo tiempo la Dra. Carruthers, una de sus alumnas, la empezó a utilizar para tratar el blefaroespasmo, que es una condición médica en donde los pacientes tienden a cerrar los ojos de manera involuntaria y les causa ceguera funcional, es decir no pueden ver porque no pueden abrir los ojos. Lo que hizo la Dra. Carruthers fue inyectar Toxina en el músculo que se encarga de la contracción de los párpados para relajarlo y que el paciente pudiera tener los ojos abiertos. Con todo esto nos damos cuenta que la Toxina NO es un medicamento nuevo, se utiliza desde los años 70, siendo aprobado oficialmente en 1989.
Ahora, más del 66% de los usos que tiene la Toxina o Botox son para aplicación de ¡condiciones neurológicas! Y solo un 11% para uso estético. Eso quiere decir que la Toxina es mucho más útil en la neurología que en la medicina estética. El problema es que la gente no conoce sus usos y no acude al médico neurólogo.
Las condiciones en las que podemos utilizar la Toxina son:
-Migraña crónica
-Distonías de todo tipo (posturas y movimientos anormales de cabeza, cuello, mandíbula, brazos o piernas, que son involuntarios y que en ocasiones causan mucha discapacidad y dolor al paciente)
-Blefaroespasmo (explicado antes en el texto)
-Espasmo hemifacial (contracción involuntaria de todos los músculos de una mitad de la cara)
-Espasticidad (generalmente en pacientes que sufrieron un infarto cerebral o tienen esclerosis múltiple y no pueden mover una mitad de su cuerpo de manera adecuada y esa mitad se encuentra dura y tiesa, en ocasiones provocando dolor al paciente o incluso que se autolastime)
-Hiperhidrosis (sudoración excesiva de alguna parte del cuerpo, generalmente palmas de las manos o axilas)
-Dolor neuropático (neuralgia del trigémino o neuropatía posterior a infección por virus del Herpes)
Eso por nombrar algunos de los usos de la Toxina, hay otras especialidades que lo usan como Urología para tratar la vejiga espástica por ejemplo. Y los usos de la toxina hoy en día siguen creciendo.
Entonces, cómo verá, la Toxina Botulíninca no es un medicamento nuevo, lo ocupamos mucho más los neurólogos que cualquier otra especialidad y quitar las arrugas dista muchísimo de ser su único uso.
No todos los médicos neurólogos están capacitados para aplicar Toxina Botulínica, si usted conoce a alguien que presente algunas de las condiciones neurológicas antes mencionadas o usted mismo las padece, asegúrese de acudir a su neurólogo con entrenamiento en aplicación de Toxina Botulínica.
Si te interesa una consulta para saber si eres candidato a la aplicación de la toxina botulínica, puedes escribirme a manuel@neurogc.com o comunicarte al (55) 2625-4046 para agendar una cita.
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